Retrato de Josep Font. Foto: Javier Biosca. Cedida por el Museo Cristóbal Balenciaga
Josep Font lo tiene todo para ser una leyenda de la moda -una categoría que le sitúa en el firmamento de estrellas de la aguja cuyo legado perdura a lo largo de los siglos-. Talentoso, onírico, perfeccionista y discreto. De imagen inalcanzable, alma arquitectónica y trabajo persistente. Tras estar cinco años apartado del foco mediático una vez abandonó la dirección creativa de DelPozo, firma que recolocó sus cimientos para relanzarla al estrellato internacional, el modista catalán vuelve a estar en candelero. Eso sí, manteniendo su aura enigmática. Ya se sabe que Josep Font no le gusta alimentar su ego a golpe de titular.
Ahora, el Museo Cristóbal Balenciaga le dedica la primera retrospectiva a Josep Font. Será la primera centrada a un creativo más allá del maestro de Getaria en un nuevo ciclo que prepara la institución para mostrar al mundo como el talento de Balenciaga ha influido en la obra de creadores internacionales a nivel global.
La exposición ‘Josep Font. Belleza e inquietud’, es una producción del Museo Cristóbal Balenciaga, y comisariada por Josep Casamartina i Parasols – director de la Fundación Antoni de Montpalau, en estrecha colaboración con el creador en el que han trabajado mano a mano durante más de un año para que el resultado fuera sofisticado pero fugaz, sin un milímetro de margen de error y haciendo homenaje al lujo silencioso que tan bien sabe imprimir el creador catalán en sus diseños.
¿Y por qué Josep Font dialoga con Cristóbal Balenciaga en un mismo espacio? Según Casamartina, esta unión se propuso porque “la mirada del diseñador catalán hacia el modisto vasco no ha sido mimética sino una interpretación muy personal a partir del estudio del volumen tratado de forma autónoma e independiente de la anatomía femenina, alcanzando una sensualidad sublimada y silenciosa, tal como también entendía Balenciaga”. Simultáneamente, Josep Font logró una gran perfección técnica y en el tratamiento simple y a la vez contundente de los tejidos, en la construcción arquitectónica y en la utilización de exquisitos bordados, también se acerca al legado del maestro de Getaria. Quizás como ningún otro diseñador español contemporáneo, Font encaja con el famoso concepto de Balenciaga: “un modisto debe ser arquitecto de la forma, pintor para el color, músico para la armonía y filosofo para la medida”.
Belleza e inquietud
El nombre hace la cosa. La muestra se articula a través de una premisa constante a lo largo de la trayectoria de Josep Font: “detrás la belleza siempre hay inquietud”. El diseñador catalán considera que la belleza, en todo su esplendor, produce inquietud e incluso desasosiego, per es quizás por ello que genera, también, la energía para seguir alcanzándola sin parar. La construcción arquitectónica, el juego de volúmenes y la ornamentación de los tejidos son señas de identidad de su obra. Sin olvidar su búsqueda incesante de un ideal femenino muy personal y en constante evolución, lejos de las estridencias y las provocaciones. El estilo de Josep Font es elegante, refinado, pero también hipersensible y etéreo.
Partiendo de esta idea, la exposición propone un discurso estético ágil que repasa cronológicamente los 30 años de trayectoria, desde los comienzos en las pasarelas de Gaudí y Cibeles pasando por los desfiles en París, la alta costura y finalmente al frente Delpozo, la cúspide de su carrera. Está compuesta por 54 piezas de indumentaria, entre abrigos, conjuntos de calle, cóctel, noche y novia; procedentes de la Fundació Antoni de Montpalau -que tiene el principal fondo de piezas del diseñador catalán- y de diversas colecciones particulares españolas y norteamericanas. El conjunto reúne, asimismo, algunos complementos de las dos marcas, como zapatos, perfumes y tocados. Más allá de las creaciones, el recorrido incluye fotografías emblemáticas de Joseph Hunwick, Javier Biosca y Ernesto Artillo, además de una entrevista realizada al creador por el Museo Victoria & Albert de Londres.
Vestido Delpozo de Josep Font. Foto: Alex Iturralde. Cedida por el Museo Cristóbal Balenciaga
Esta antología abraza en especial la obra de Font realizada en las dos primeras décadas del siglo XXI y se estructura a través de tres grandes períodos clave:
De los inicios a la consolidación
Josep Font (Santa Perpètua de Mogoda, 1965) estudió Arquitectura en la Universidad Politècnica de Catalunya y se graduó en Diseño de Moda por la Escola de Disseny i Moda Felicidad Duce, en Barcelona. Con 21 años ganó el premio Air France Mode Prix y expuso en Les Arts Décoratifs. El joven diseñador consolidó su propia marca con Luz Díaz en 1987, aunque hacía años que ya gozaban de un buen reconocimiento en el mundo de la moda. Juntos crearon un lenguaje propio. Una estética de colores sobrios, austera y depurada. Su inspiración nacía de la indumentaria popular cotidiana, con el uso de materias naturales, seda, lana y algodón, y un patronaje estudiado y severo. Sin embargo, en 1995, Font decidió seguir su carrera en solitario y a finales de esta década evolucionó hacia un mundo mágico e hipersensible, de coloraciones más amplias, tejidos lujosos y refinados, bordados espectaculares y atrevidos. Este giro en diseño le permitió alcanzar el éxito internacional a principios de los años 2.000. Llegaron años de expansión, de premios, tiendas y desfiles en Madrid, Barcelona y Tokio. Un proceso ascendente que culminó en tres colecciones de prêt-à-porter presentadas en París y otras cuatro de alta costura que triunfaran de manera absoluta en la capital francesa.
El relanzamiento de Delpozo
En este ascenso a la cima hubo un bache: Josep Font perdió su propia marca en 2011, aunque durante un año, el talentoso creador empezó a diseñar para otras firmas de forma anónima. Sin embargo, una oferta le entusiasmó especialmente: el encargo de remodelar y relanzar la firma del fallecido diseñador madrileña Jesús del Pozo. Font volvió a cimentar los pilares de la marca con una nueva denominación -se pasaría a llamar DelPozo- y una estructura y talleres actualizados en Madrid, Miami, Londres, Moscú y Dubai. En las nuevas colecciones DelPozo, se apreciaba, lo que Josep Font había iniciado en alta costura y crearía una nueva línea llamada prêt-à-couture impecable, con una rigurosa técnica y unos acabados exquisitos. Muy estilo Josep Font.
Madurez y reconocimiento internacional
Josep Font alcanzó su zenit en su etapa para Delpozo. Entre 2012-2018 creó 19 colecciones y en esta pletórica producción es donde se vislumbrará de forma más evidente la influencia de Cristóbal Balenciaga. En Delpozo el diseñador catalán alcanzará su madurez y el máximo reconocimiento a escala mundial mediante las colecciones que presentó en Madrid, Nueva York, París y Londres, y situó a la marca entre las favoritas de la alfombra roja y las celebridades como Care Blanchett, Julianne Moore, Keira Knightley o Zendaya, creando tendencia y marcando un hito en el mundo de la moda. De hecho, Josep Font se convirtió en el primer diseñador español invitado por Anna Wintour a la gala Met. Una efeméride que muestra la profunda admiración que sentían los principales gurús de la moda por el trabajo de este prodigio con la aguja.
De la última etapa de Josep Font poco se cuenta. Abandonó precipitadamente Delpozo al “desenamorarse del proyecto”. Igual que hizo Balenciaga en 1968 que prefirió dejarlo todo al ver que su idea de diseño nada tenía que ver con la democratización de la moda del momento-si ahora mismo levantara cabeza no sabemos lo que pensaría de su propia marca-. Hasta entonces, Josep Font ha seguido trabajando desde el más absoluto anonimato y el tiempo dirá si volverá al foco mediático con un nuevo resurgimiento de él mismo. Ahora de momento, su aplaudido talento vuelve a luz en esta fantástica exposición que se podrá visitar hasta el 7 de enero de 2024 en el Museo Cristóbal Balenciaga. Una magnífica alianza entre moda, arquitectura, coherencia e integridad.
Imágenes exposición ‘Josep Font. Belleza e inquietud’ de Ernest Artillo y Alex Iturralde. Cedidas por el Museo Cristóbal Balenciaga






“Lo quise muchísimo. Era un icono para mí”, asegura Gloria Casacuberta de Gratacós. La muerte de José Castro ha sido una noticia triste para la empresa familiar por su proximidad y vinculación con todo nuestro equipo. El diseñador de moda de origen gallego falleció este lunes en A Cañiza (Pontevedra), su pueblo natal, a los 52 años a causa de un cáncer. Una lamentable pérdida para uno de los modistos más talentosos y con más proyección internacional del país de la década de los 2.000. “Lo llamaba el Moschino español”, añade Casacuberta.
Una trayectoria exitosa
José Castro (A Cañiza, 1971-2023) se graduó en el prestigioso London Royal College of Art y fue miembro de la Federación Francesa de la Couture, un título que sólo han ostentado dos españoles: Paco Rabanne, fallecido el pasado mes de febrero, y Cristóbal Balenciaga.
Establecido en Barcelona desde muy joven, sus creaciones han desfilado por las pasarelas con más renombre del planeta. Castro creó su marca homónima en 2004, y saltó a la fama tres años más tarde. En 2007 su colección ‘Cuervos’, un oscuro a la vez radiante desfile en el Carrousel du Louvre de París, supuso la presentación en sociedad de su extravagante estilo, su arrolladora creatividad y su dominio en la aguja ante el público parisino. Lo siguieron otras colecciones igual de notorias como ‘Red Rum’, Dead Bird’, ‘Noitulove’, ‘Blue Sky’ y ‘Aurora’ que le permitieron distinguirse y posicionarse entre los diferentes medios internacionales gracias a su notorio trabajo con el volumen, los juegos de texturas y la creación de su color fetiche, más allá del negro: el color “Rosa Castro”, que dedicó a su madre. Además, José Castro también destacó por su destreza en el uso del tejido denim.

Durante su trayectoria, el diseñador gallego fue reconocido con el Royal College of Art Society Prize for Innovation (2000); el premio Barcelona es Moda al Professional (2007); el Novel Designer Prize de Marie Claire (2008-2009); o el premio L’Oréal a la mejor colección en la edición número 50 de la pasarela Cibeles Madrid Fashion Week (2009).
La impronta de José Castro también se reflejó en firmas como Desigual o Miró Jeans, de las que fue su director creativo. De su trayectoria, también destaca su colaboración con Alexander McQueen para Givenchy
La fama del diseñador gallego que marcó la primera década del siglo XX también traspasó fronteras y consiguió vestir a la entonces mejor embajadora de la moda internacional: Sarah Jessica Parker en su personaje de Carrie Bradshaw de la célebre serie ‘Sexo en Nueva York’. De José Castro son los vaqueros sin costuras pertenecientes a la colección ‘O Corvo’ (2008) que lucía la actriz en uno de los episodios y que le dieron una enorme visibilidad a nivel mundial. Hay que recordar que en esa época no había el impacto que pueden generar hoy en día redes sociales como Instagram o Tik Tok.
El diseñador también vistió a otras estrellas de la pantalla, como la actriz sevillana Paz Vega o Whoppi Goldberg. Revistas como Vogue, Marie Claire, Telva o Yo Dona han publicado su trabajo y alabado su trayectoria, y sus colecciones han sido portada en Le Monde, Love y Woman.

Una vinculación especial
En plena cúspide profesional, José Castro y Gratacós compartieron proyectos y se nutrieron de múltiples colaboraciones. Una de las más recordadas fue en Paris en la presentación de su segunda colección en 2007, donde el rosa fue el principal protagonista. El diseñador gallego presentó en la Sala Gabriel del Carrousel du Louvre la colección ‘Noitulove’, inspirada en las actrices de cine de los años 40, ante más de 400 personas y medios especializados.
La propuesta para el verano 2008 arrancó con un conjunto de pantalón y chaqueta rosa salpicada de apliques de flores de organza en el cuello y pecho, y siguió con varios modelos de chaquetas y faldas de piel arrugada y ceñidas, pantalones estilo años 80, vestidos de algodón con volúmenes y camisas de satén de seda natural con detalles de organza. Destacó el diseño del cierre: un vestido de novia cuajado de flores de organza en el que se utilizaron más de 150 metros de tela de Gratacós. Esta colaboración fue la primera en la que la empresa familiar decidió apostar por un diseñador en la pasarela. “La novia de rosa de José Castro no podía ser más bonita y espectacular”, recuerda Glòria Casacuberta de esta efeméride.
El modisto gallego también ideó dos escaparates de la tienda, cuando el espacio se situaba en el icónico Paseo de Gracia de Barcelona. “Recuerdo un escaparate hecho con elementos de reciclaje”, añade Casacuberta. Más allá de las colaboraciones con la empresa, Gratacós mantenía con José Castro un vínculo especial: “Fue una persona muy jovial, de alma despreocupada y siempre estaba de buen humor”, asegura Casacuberta.
Con estas palabras de agradecimiento a toda una vida dedicada a la moda, hoy decimos adiós a un gran genio de la aguja, que nos deja creaciones que mantendrán vivas su legado para la posteridad. Hasta siempre José Castro.
Fotos José Castro y Gratacós publicadas en el Facebook del diseñador

Fotos cedidas por Pirelli
La belleza femenina ha experimentado un cambio histórico en su concepción y representación a lo largo del tiempo, y en especial en el último medio siglo. Si hablamos de la belleza retratada, el famoso calendario Pirelli se ha convertido en un reflejo palpable de esta transformación al ser un objeto cotidiano que ha desempeñado un papel importante en la representación de la mujer en el mundo de la moda y la fotografía.
Conocido por sus imágenes icónicas y sensuales que decoraban en sus inicios talleres mecánicos, garajes o cabinas de camión, el calendario Pirelli ha evolucionado con el paso del tiempo para reflejar los cambios sociales y culturales en la percepción de la feminidad y el empoderamiento de la mujer. Ahora, la galería FotoNostrum de Barcelona deja al descubierto esta evolución al presentar la mayor retrospectiva jamás realizada del icónico almanaque de la reconocida firma de neumáticos.

La belleza narrada por los mejores fotógrafos
Bajo el título de ‘L’Eterna Bellezza’, la muestra exhibe más de 450 instantáneas capturadas por 41 maestros de la fotografía de moda, quienes han contribuido a hacer del Calendario Pirelli una leyenda en el mundo del arte fotográfico. Maestros como Peter Lindbergh, Annie Leibovitz, Helmut Newton, Herb Ritts, Paolo Roversi, Mario Testino, Steve McCurry, Bruce Weber, Patrick Demarchelier y Richard Avedon, entre otros, retratan a lo largo de los años la sensualidad de las mujeres, entre las que se encuentran modelos como Gisele Bündchen, Naomi Campbell, Cindy Crawford, Gigi Hadid y Kate Moss; actrices como Monica Bellucci, Sofia Loren, Laetitia Casta, Jessica Chastain, Penélope Cruz, Uma Thurman, Kate Winslet y Robin Wright, y cantantes como Cher, Rosalía y Patti Smith.
Más allá de la sensualidad que se hace evidente en algunos casos a través de la desnudez del cuerpo, lo que llama la atención de la exposición es el cambio de la mirada. En este sentido, ‘L’Eterna Bellezza’, amparada por Amadeo M. Turello, comisario italiano y conservador de la Colección Pirelli desde 2015, no ha querido obviar todas las etapas del calendario Pirelli, desde sus inicios en 1964 hasta 2022, a través de imágenes que muestran desde desnudos donde el cuerpo de las modelos se presenta de forma explícita como un reclamo publicitario, así como otras imágenes más evocadoras con mensajes de reivindicación del poder femenino, que van más allá del mero erotismo.
Las imágenes que se muestran no solo desvelan la poética de autores individuales sobre el cuerpo femenino, también constituyen un reflejo de la sociedad, la estética y las artes en los últimos 60 años. Así, la exposición refleja cómo ha evolucionado el lenguaje fotográfico a lo largo del tiempo, poniendo de relieve otros aspectos como la moda y la cultura pop de cada época.

Del objeto al sujeto
El calendario Pirelli se lanzó por primera vez en 1964 y se ha convertido en un símbolo de belleza, estilo y elegancia. Un destacado fotógrafo de la escena londinense, Robert Freeman, quien era amigo personal de The Beatles, recibió el encargo de crear un “calendario hermoso” y tenía total libertad creativa para hacerlo. Este talentoso fotógrafo seleccionó modelos representativas de la época y las llevó a las playas de Mallorca para realizar una sesión alegre e informal que capturara la esencia de aquel momento marcado por una contracultura emergente y la revolución sexual.
En aquellos tiempos, los calendarios con imágenes de mujeres ya existían y se utilizaban como herramienta de marketing en la industria automotriz. Pirelli quería darle una imagen más sofisticada a su célebre almanaque y, en su búsqueda por el buen gusto, se asoció desde el principio con destacados fotógrafos de cada época para que aportaran su visión artística de la belleza femenina. Los primeros calendarios causaron sensación, pero a pesar del cambio, aún reflejaban antiguos estereotipos: las mujeres en actitudes de pin-up exhibían sus cuerpos como objetos de deseo.
A medida que el tiempo avanzaba, Pirelli cambió su enfoque y se adaptó a los nuevos cambios, celebrando valores como la diversidad, el talento, el individualismo y la autenticidad para retratar una belleza que va más allá de lo puramente estético y se centra en la personalidad y la forma de ser de la mujer. En pleno siglo XXI, el calendario Pirelli ha desafiado los cánones tradicionales de belleza y ha captado la esencia de mujeres exitosas en diversos campos, como la música, el cine, la moda, el deporte y el activismo, promoviendo una visión más inclusiva y empoderada de la mujer en la sociedad.

La mujer también como creadora
Las mujeres son las protagonistas absolutas en la historia del calendario Pirelli, pero no siempre han estado en el centro de atención. La marca de neumáticos ha destacado el papel de la mujer como creadora y protagonista en el mundo de la moda y la fotografía, brindando una plataforma para que las fotógrafas expresen su visión artística y talento. Esto ha sido demostrado por fotógrafas como Sarah Moon, Joyce Tenneson y Annie Leibovitz, quien ha trabajado en dos ocasiones para Pirelli.
El último fichaje para la creación del famoso calendario ha sido Emma Summerton, quien se ha inspirado en la figura clásica de la musa para reivindicar el papel de la mujer como creadora. Para la fotógrafa australiana, la concepción de la belleza trasciende los rostros y los cuerpos, y ha otorgado a las modelos que participan en el calendario, como Bella Hadid, Cara Delevingne o Ashley Graham, un rol artístico ligado al poder que representan en la vida real. Así, en un escenario onírico con una gran carga fantástica y precisión ornamental, las “músas de Summerton” se presentan como auténticas guerreras, reinas, activistas o escritoras en la edición 2023 del calendario Pirelli.
Precisamente, algunas de estas imágenes recién salidas del horno también se podrán apreciar en la retrospectiva del calendario Pirelli, que estará abierta al público hasta el próximo 30 de julio en la galería FotoNostrum de Barcelona.




Un vestido escultórico de Azzedine Alaïa. Foto: Moritz Feed Dog
Vuelve una nueva edición del Moritz Feed Dog, el certamen dedicado al cine documental sobre moda que se realiza cada año en Barcelona y esta vez, recupera su calendario habitual dando la bienvenida a la primavera con un nuevo surtido de novedades en su programación. Este festival es especial por varias razones. En primer lugar porque explora el universo de la moda en todas sus facetas, dando una visión transversal del sector: los valores positivos que impulsa como pueden ser la belleza, el talento, la identidad o la diversión, entre otros, con los menos amables que oscurecen la industria de la moda y cuestionan su impacto. Este año la mirada crítica se focaliza en valores esenciales como son la diversidad, la honestidad, la sostenibilidad y el maltrato animal. En segundo lugar, el Moritz Feed Dog se especializa en el documental, un género narrativo que permite contar historias genuinas basadas en hechos reales y que apelan directamente al espectador, expandiendo su mente hacia una industria voraz que puede ser talentosa y creativa, pero también ambiciosa, irresponsable y cruel. Las contradicciones de la moda que no dejan de ser un espejo de nuestra sociedad. Por todo esto, el festival constituye un entorno idílico donde se expanden miras, se generan opiniones y se fomenta el debate alrededor del negocio de la moda.
En esta séptima edición que tendrá lugar del 22 al 26 de marzo en los cines Aribau de Barcelona, el Moritz Feed Dog ha preparado una programación especialmente cuidada: estrenos, documentales clásicos y títulos cargados de contenidos con historias genuinas. Añadir también que en el ámbito digital, el festival de cine documental sobre moda se ha aliado con CaixaForum+, la plataforma de streaming de cultura y ciencia de la Fundación La Caixa que emitirá diversos títulos de forma gratuita en abril, después de Semana Santa.
Una imagen de archivo del couturier Azzedine Alaïa. Foto: Moritz Feed Dog
Un recuerdo a los diseñadores que ya no están
La séptima edición del Moritz Feed Dog de Barcelona arranca con la retrospectiva de uno de los grandes: Azzedine Alaïa (1935-2017). El modisto franco-tunecino era conocido como el escultor de la moda porque era capaz de modelar figuras humanas, valiéndose de todo tipo de tejidos. Alaïa fue un outsider que doblegó al sistema con la ayuda de su talento, de su grupo de incondicionales y de su mirada devota hacia la mujer. París lo amó, la moda lo amó y las mujeres le siguen vistiendo. Clientas tan dispares como Greta Garbo y Grace Jones, Kim Kardashian y Michelle Obama, continun siendo fieles seguidoras de Alaïa.
Este documental ofrece un retrato emocionante de la vida del couturier. Una pieza destacada del director Olivier Nicklaus al que el festival le rinde homenaje exhibiendo una selección de sus obras más representativas: “AntiFashion”, “Apocalypse Mode” y “Go Global”.
El festival rememora el legado de Vivienne Westwood. Foto: Moritz Feed Dog
El Moritz Feed Dog rememora el talento y la personalidad irrepetible de Vivienne Westwood, la reina del punk, con dos títulos que abarcan su carrera como diseñadora y activista desde sus inicios hasta su trabajo más reciente. El festival también recupera la figura de Gianni Versace ofreciendo una nueva visión de su trayectoria. Esta vez, son los modelos masculinos que desfilaron en los ochenta para la firma, los que recuerdan su relación profesional y personal con el diseñador. Por último, destaca un documental realizado y producido en Barcelona, que rescata la creatividad multidisciplinar de Toni Miró, uno de los diseñadores clave en la historia de la moda española contemporánea. A través de sus intervenciones televisivas, se retrata la personalidad de este enigmático talento catalán que desfiló en las pasarelas internacionales de París y Milán, y fue uno de los primeros modistos en incorporar a sus desfiles a personas anónimas de todas las edades. Rigor, pulcritud y desenfado eran sello de estilo de su marca, creada en 1976.
Una imagen del documental Apocalypse Mode de Olivier Nicklaus. Foto: Moritz Feed Dog
Aunque todo gire alrededor de la industria de la moda, no hace falta ser un entendido en la materia para visualizar los documentales que propone el festival Moritz Feed Dog. En su programación, apta para todos los públicos, también destacan piezas audiovisuales que ofrecen una visión pluridisciplinar a través de miradas más personales y temáticas diferenciadas. Desde la transformación de la moda masculina y su relación con el hombre en “All Man: The International Male Story”, pasando por una pieza íntima que retrata el universo de belleza del fotógrafo Gian Paolo Barbieri en “L’Uomo e la Belleza”, o también se ha programado una obra que transmite el día a día de la fauna que rodea el sector ya sea en un backstage como inmortaliza “Fashion Babylon” o la vida no tan idílica de una influencer adolescente en “Girl Gang”.
Una imagen del documental Fashion Reimagined. Foto: Moritz Feed Dog
La moda tiene sus propias sombras y el festival Moritz Feed Dog las desvela sin pudor. “Fashion Reimagined” representa un manifiesto sobre el impacto del sector en el medio ambiente a través de una pequeña firma londinense de culto: Mother of Pearl. En “Wings are not for sale” el objeto de crítica es el fast fashion bajo la óptica de sociólogos, activistas y trabajadores de la propia industria. Los temas más candentes también se reflexionan en “Apocalypse Mode” de Olivier Nicklaus, pero esta vez, los sujetos de dichas opiniones son distintas generaciones de diseñadores como Agnès B, Marine Serre, Karl Lagerfeld o Alessandro Michele. Por último, “Slay” pone sobre la mesa un asunto espinoso: el maltrato animal en un documental de denuncia que muestra historias crudas de abusos en todo el mundo. Esta pieza audiovisual, que muestra el polvo que hay debajo de la alfombra, remueve consciencias para exigir un mayor compromiso de las marcas por el bienestar animal.
El documental Slay denuncia el maltrato animal en la industria de la moda. Foto: Moritz Feed Dog
Las entradas del festival Moritz Feed Dog las encontrarás aquí. Haz hueco en tu agenda.



La moda es cíclica, lo sabemos. Y sus ciclos de renovación se articulan alrededor de dos décadas para seducir a las nuevas generaciones. Después de rescatar el estilo Y2K, la estética de dudoso gusto de principio de siglo, que tanto ha enganchado a la Generación Z que sigue experimentando con las prendas coloristas que llevaban referentes como Britney Spears, Paris Hilton o Christina Aguilera, ahora la moda da un giro de 360 grados y apuesta por su reverso oscuro: lo gótico. Ya lo aventuró Tim Burton con su exitosa serie ‘Miércoles’ de Netflix, que la pequeña de la familia Addams iba a ser la punta del iceberg de un nuevo movimiento oscuro que ha seducido especialmente a la moda. Y no solo en invierno, donde el negro es un color habitual de cada temporada. Este mismo verano empieza el reinado de las tinieblas y en las alfombras rojas ya se ha evidenciado. Así han hablado las pasarelas.

La moda se rinde al dark side
Nueva York ha acabado de confirmar que el estilo gótico vuelve a estar de moda, se afianza como tendencia en los dos próximos años, y pronto, anidará en nuestro armario. Así lo dejó bien claro la firma Rodarte, que dejó sus habituales looks coloristas, pero no su lado romántico, para explorar el lado oscuro de su firma. Su propuesta sensual, inspirada en hechiceras para el próximo invierno, se compuso por más de 60 looks, en donde el color negro fue el protagonista, con tejidos suntuosos como el terciopelo con otros que dejan entrever el cuerpo, sin acabar de mostrarlo como el tul o el encaje.
De hecho, el negro fue también el color protagonista en los desfiles y presentaciones de la mayoría de colecciones de la Semana de la Moda neoyorkina. Así lo demostró desde el primer día Christian Siriano con sofisticados vestidos de fiesta hasta piezas de sastrería, o la marca neoyorkina Proenza Schouler en donde se vieron otro tipo de prendas como chaquetas y faldas de cuero.
Para esta temporada de primavera-verano 2023, marcas como Prada, Paco Rabanne, Yves Saint Laurent y Dior, con una apuesta por el renacimiento, también han acogido lo gótico como uno de los estilos ganadores. Ya a finales de 2022, dejaron claras sus intenciones al introducir paulatinamente algunos accesorios en sus anteriores colecciones como chokers, medias de rejilla, plataformas infinitas, transparencias, encajes y corsés. Ahora ya no se esconden y han hecho el despliegue oficial.

Una corriente, tres estilos diferenciados
La estética gótica se presenta en público siguiendo tres estilos diferenciados. En primer lugar, se encuentran los diseñadores que rescatan toda la vertiente más romántica. Son los que apuestan por dar un punto glamuroso a la corriente y plantean conceptos estéticos propios de la era victoriana, se inspiran en los cuentos de Edgar Allan Poe, los personajes de Tim Burton y la indumentaria de los vampiros cinematográficos. Para ello, se alían de suntuosos tejidos opacos como el terciopelo que combinan con otros detalles de encaje y transparencias lenceras. Los vestidos largos de cinturas definidas, los cuellos y los hombros marcados, el escote prominente y los volúmenes estratégicos definen este estilo gothic chic. La última colección de trajes nupciales de Donatella Versace llamada a Dark Gothic Godess, y de los cuales Jenna Ortega, ha lucido en varias ocasiones, sería un ejemplo de esta estética que retrata a mujeres oscuras, rebeldes, fuertes y un poco divas.

Al extremo opuesto del gótico elegante, se sitúa otro estilo más trash y alternativo, inspirado en universos apocalípticos que mantienen una mirada pesimista hacia el futuro de la humanidad. Se trata de una estética urbana que bebe del cyberpunk y también de los clubs de tecno de finales de los noventa en Alemania como nuevo escenario de la contracultura. Los atuendos de neopreno, los arneses, las gafas de sol opacas, los diseños geométricos, las botas militares, la piel y el charol forman parte de esta estética gótica más underground.
Por último, también triunfa el estilo dark academia que le da una vuelta de tuerca a la estética college o universitaria inspirada en los uniformes de clase, pero en su vertiente más oscura. La nueva adaptación de Tim Burton del personaje de Miércoles Addams es la responsable de este estilo dentro de la corriente gótica que apuesta por un estilismo que nada tiene que ver con ‘Harry Potter’ o ‘El club de los poetas muertos’: uniforme de rayas, tonos morados, grises, marrones o negros, falda plisada a media pierna y zapatos con cordones tipo Oxford con plataformas. Las rayas, los estampados damero bicolor y los lunares también se acoplan en jerséis oversize y vestidos recatados de corte recto.
En Gratacós sacamos a la luz, “nuestras propias tinieblas” en forma de tejidos de temporada que te convertirán en una enigmática dama de la noche. Ahora también, de día. Aquí te dejamos algunas inspiraciones.












Egipto vuelve a estar en el punto de mira de la moda. La celebración de los 100 años del descubrimiento de la tumba de Tutankamón y la esperada apertura del Gran Museo Egipcio prevista en 2023, que esconde los mayores tesoros de los faraones frente a las pirámides de Guiza, lo han posicionado como una destinación deseada que seduce por su milenario legado patrimonial, sus últimas apuestas culturales y algunas propuestas de alojamiento de auténtico lujo que lo revalorizan dentro del mapa internacional.
El despertar de un icono
Los enigmas del Antiguo Egipto siguen fascinando a la población y su poder de atracción no podía pasar desapercibido en el mundo de la moda. Conectando con la actualidad, en noviembre de 2022 se cumplió el centenario del descubrimiento de la tumba del joven faraón en el Valle de los Reyes. Después de un sorprendente hallazgo de una tumba con los sellos intactos, Tutankamón despertaba de un letargo de más de 3.000 años y dejaba al descubierto, riquezas inimaginables que ayudaron a entender aún más la majestuosidad del reinado de los faraones.
Este descubrimiento en 1922 llegó en un momento histórico muy oportuno, después de la Primera Guerra Mundial en un momento de bonanza económica y se convirtió rápidamente en una auténtica sensación por varios motivos. Para empezar, se trataba de una momia real bien conservada, que por su tamaño era la de un niño que había ascendido al trono a muy temprana edad. Junto a la sepultura se encontraron tesoros inimaginables como el ataúd dorado y la célebre máscara funeraria de Tutankamón, que representa al antiguo Egipto como ningún otro símbolo en el imaginario popular. Un icono mundial ajeno al paso del tiempo.

La influencia en la moda de los años 20
Tutankamón marcó estilo dejando huella en la moda de los locos años 20. Uno de los tesoros que se encontró en la tumba fue la colección de ropa más completa y mejor conservada que ha sobrevivido del Antiguo Egipto. Incluía túnicas, faldas, gorros, guantes infantiles y sandalias en papel, junco y cuero. Como anécdota, estos dos últimos accesorios se hicieron réplicas contemporáneas en Estados Unidos que se vendieron en los grandes almacenes al cabo de pocas semanas de su reproducción. Los diseños de inspiración egipcia también causaron furor en la época, copiando siluetas ajustadas, vestidos rectos y estrechos o el drapeado tan característico que se ajustaba a la zona de la cadera y tenía una caída delantera. Antes del descubrimiento, el estilo egipcio era una tendencia intermitente, como otras que se rescataban de finales del siglo XIX como la inspiración oriental o la moda eduardiana durante la primera década del siglo XX. En ocasiones ya se habían utilizado prendas y accesorios con motivos afines como flores de loto, jeroglíficos o faraones en sus carruajes, pero no eran inspiraciones tan directas ni explícitas como las que surgieron de los diseños procedentes de la tumba de Tutankamón.
Otros de los aspectos que influyó en la moda de los años 20 fue la paleta cromática asociada a los tesoros del joven faraón. Las tonalidades rojas y marrones de los papiros y las momias, los azules lapislázuli en divinidades egipcias que contrastaban con el poderoso dorado como símbolo de la luz o el blanco de la indumentaria. También los tejidos: linos y algodones naturales de poca opacidad en siluetas con caída que contrastaban con los elementos ornamentales. De hecho, la industria de la joyería se rindió a los pies de Tutankamón reproduciendo múltiples brazaletes, anillos y collares trabajados en cristales y piedras semipreciosas. Tampoco faltaron elementos ornamentales que hacían referencia al Antiguo Egipto como pájaros, escarabajos o el disco solar que representaba a la divinidad Ra. Los motivos geométricos y la tendencia de llevar dos o más brazaletes en un mismo brazo también surgieron de ver expuestos los tesoros del niño faraón. Los pioneros en este tipo de diseños fueron Lacloche, Van Cleef & Arpels y Cartier.
El mundo occidental ya vivía una fascinación por Egipto mucho antes del descubrimiento de la tumba de Tutankamón: la ópera ‘Aida’ de Verdi, las joyas inspiradas en Cleopatra de Tiffany’s o los atuendos de la bailarina Mata Hari, que encontró su inspiración en un viaje que hizo al país de las pirámides, son dos buenos ejemplos de esta atracción.

Un nuevo resurgir
La fiebre por el Antiguo Egipto no ha cesado en la moda y su presencia ha sido intermitente a lo largo de los últimos 50 años. Por ejemplo, en la década de los 60, la Egiptomanía volvió a estar de moda con la interpretación de Elizabeth Taylor de la poderosa Cleopatra. Su belleza, maquillaje y vestuario fueron (y son aún) inspiración para muchos diseñadores y editoriales de moda. O en los 70, una nueva exposición itinerante de los tesoros de Tutankamón recibió ocho millones de espectadores interesados de nuevo en los enigmas de Egipto. También se explotaron varios objetos de marketing en Estados Unidos: joyas, productos del hogar o pequeños accesorios de moda.

El Antiguo Egipto en la pasarela
La histórica civilización también ha fascinado a los diseñadores de las firmas de lujo que han encontrado en su iconografía, una constante fuente de inspiración. Desde John Galliano en 1997 con una mezcla de Egipto con la estética punk hasta la elegancia de Karl Lagerfeld para Chanel en 2019, las pasarelas han celebrado homenaje al esplendor del Antiguo Egipto con modelos que rescatan la belleza de la figura de la mujer y la fastuosidad del imperio de los faraones. Tejidos dorados, piedras preciosas incrustadas, vestidos vaporosos, muselinas, túnicas, capas etéreas, jeroglíficos bordados… cada firma ha interpretado a lo largo de los últimos años este sugestivo universo.
De entre todos los homenajes que se han hecho destaca el que hizo John Galliano cuando estaba al frente de la dirección artística de Dior. Se presentaba la colección de Alta Costura para la primavera de 2004 en un espectáculo tan grandilocuente como pocos se recuerdan. En la pasarela no faltaron los dioses más simbólicos del panteón egipcio, la máscara de Tutankamón, la silueta de la esfinge, tejidos que se envuelven al cuerpo como una momia y modelos inspirados en la propia Cleopatra. En esta colección insólita no faltaron los volúmenes desmedidos, los vestidos de proporciones exageradas, las faldas con silueta pirámide, el color dorado, infinitas organzas y una atención al detalle extrema que le hacía ganar el título de Alta Costura. También hizo su propia interpretación de este fascinante universo Alexander McQueen en 2007 que se centró más en investigar la relación de la religión del Antiguo Egipto con la cultura folk de los inmigrantes británicos. De una manera más moderada también se han inspirado los diseñadores Bagley Mischka y Zuhair Murad. También Givenchy en 2016, Balmain y Chanel. Karl Lagerfeld eligió el templo de Dendur como escenario para confeccionar su propia versión de Egipto en la colección prefall de 2019.
La última propuesta que se ha exhibido con claras referencias a la cultura egipcia ha sido hace apenas un mes. Kim Jones, director artístico de Dior Men, se desplazó in situ a las pirámides de Guiza para presentar la colección de otoño evocando los colores de los monumentos y con la vista puesta en el cielo para vincularlo con las estrellas, un símbolo habitual en la histórica firma francesa. Una esplendorosa propuesta que representa el pasado, el presente y el futuro de Dior.












Todas las fotos: Facebook de Vivienne Westwood.
2022 finalizó con la despedida de uno de los emblemas del diseño británico del siglo XX. Provocativa, revolucionaria, creativa y activista política, Vivienne Westwood fue una idealista anárquica que transformó para siempre la moda en Reino Unido. Su revolución fue la visibilizar su aversión a la corrupción y a la injusticia en el mundo, así como denunciar la pasividad de la juventud a través de la ropa. Westwood dio luz al movimiento punk en la moda, pero también conquistó la alta costura en los años 80 y 90; y construyó un imperio global con tiendas por todo el mundo, conceptos (capitalismo/anarquismo) a priori antagónicos para una transgresora de la aguja, pero para Westwood no existían ni límites ni etiquetas. La moda era un arma y su objetivo fue claro desde un principio: cambiar las reglas del juego, destruir las convenciones y hacer un mundo más justo e igualitario.
La reconocida diseñadora de moda murió el pasado 29 de diciembre a los 81 años rodeada de su familia en Clapham, en el sur de Londres. En un comunicado de la marca, aseguraron que Vivienne Westwood “continuó hasta el final con su diseño subversivo, sus actividades artísticas y su activismo, para cambiar el mundo”. Su esposo y socio creativo Andreas Kronthaler, dijo de la diseñadora: “Seguiré con Vivienne en mi corazón. Hemos estado trabajando hasta el final y ella me ha dado muchas cosas para seguir adelante”. Su legado se mantiene vivo.

De pequeña apuntaba maneras
Vivienne Isabel Swire nació en 1941 en el pueblo de Tintwhistle, cerca de Manchester. Sus padres de clase trabajadora la animaron a hacer manualidades, una habilidad que se le daba extraordinariamente bien a la pequeña Vivienne. También le gustaba mucho leer y se pasaba largas tardes en la biblioteca. De niña tenía una confianza en sí misma envidiable, creyéndose artesana excepcional. “Honestamente a la edad de 5 años podría haber hecho un par de zapatos”, dijo en una entrevista la diseñadora. Su familia se mudó al norte de Londres en 1958. A pesar de sus aptitudes, la joven Vivienne se graduó como maestra de escuela primaria, y luego se casó con Derek Westwood, un joven obrero con extravagante estética mod. La primera creación, sin saber de costura, fue su propio vestido de novia, así como las joyas que lució.

La influencia de Malcolm McLaren
Conocer a Malcolm McLaren cambió entonces la apacible vida de Vivienne Westwood. Estudiaba arte y compartía clase con uno de los hermanos de Vivienne, tenía el pelo rojo y rizado y el rostro blanqueado con polvos de talco. Se autonomizaba como padrino del punk. De apariencia excéntrica McLaren impresionaba por su creatividad y brillantez, al mismo tiempo que ofendía a las viejas generaciones y detestaba a todo el mundo, menos a sí mismo. La atracción con Vivienne fue inmediata y juntos comenzaron una de las grandes asociaciones creativas de la historia reciente de Reino Unido. Para la joven diseñadora, McLaren fue un despertar para ella: presentándole el arte, la música, y el poder transformador de la moda.

La moda y el punk
En 1970, McLaren se convirtió en el mánager de The Sex Pistols, grupo que definió el movimiento punk. En esa época, Westwood había aprendido el oficio de forma autodidacta y abrió una tienda en Kings Road, en Londres inspirada en la estética del grupo. La llamó con un nombre subversivo: ‘Sex’ con un enorme letrero rosa que alertaba a los transeúntes: “sólo entran los valientes”. En su interior, todo era chocante. El personal que atendía y la ropa expuesta estaba pensada para explorar el individualismo y la identidad de quien la vestía. Ropa con tachuelas, cadenas, cremalleras, prendas de piel ajustada, tacones imposibles, camisetas con mensajes subversivos… Todo estaba pensado para escandalizar. “Nosotros inventamos el punk”, enunciaba Westwood en su autobiografía. De hecho, la presencia de Vivienne y McLaren era de por sí intimidatoria. Querían impresionar, irritar y provocar una reacción, pero también inspirar un cambio. El punk no dejaba de ser un estallido en toda su magnitud.
Más tarde, McLaren reconoció que tenía la voluntad de tergiversar la cultura popular para reducirla en una especie de campaña de marketing, pero para Westwood, el movimiento era más profundo porque lo veía como una insurgencia juvenil contra la corrupción del viejo orden mundial. La diseñadora británica creía que la moda y la música canalizarían la ira de los jóvenes y provocarían cambios, pero más tarde se dio cuenta que muchos de ellos simplemente ignoraron la injusticia global, y con sus pendientes en la nariz y su música punk rock lo único que hacían era bailar y pasarlo bien.

El salto a las grandes pasarelas
El punk fue solo un capítulo en el legado que Westwood deja a la moda. La diseñadora tomó sus ideas subversivas y asaltó las pasarelas de Londres y París. Vivienne trabajaba al principio sola con una maquina de coser en casa y utilizaba la técnica del moulage, uniendo las piezas y usando su propio cuerpo como una plantilla. Investigó la historia de la moda, la rehízo a su manera y desafió el mundo de la alta costura. Una alianza con la generación de las supermodelos: Kate Moss, Naomi Campbell, Laetita Casta… mostrando sus diseños también la ayudó a posicionarse y a convertirse en la diseñadora independiente líder en la década de los 80 y 90. La clave del éxito de Vivienne Westwood fue la de no perder su identidad ortodoxa cuando se pasó al mundo de los desfiles y las colecciones de prêt-à-porter con prendas cortadas abruptamente, juegos de semiótica, objetos descontextualizados, drapeados… Precisamente su estilo subversivo y su imagen transgresora (llevaba su cabello decolorado o teñido de naranja y un maquillaje extremo), la convirtió en una de las diseñadoras más distintivas y originales del mundo de la moda. A principios de los 90 Vivienne Westwood construyó un mini imperio: abrió sus propias boutiques y produjo ropa, calzado, complementos, cosméticos y perfumes. ¡Hasta moda nupcial! Cuando el personaje de Carrie Bradshaw en la mítica serie ‘Sexo en Nueva York’ quiso un vestido de novia, recurrió a la célebre diseñadora, quien a finales de los 90 ya se había convertido en una importante marca nupcial.

El lado más comprometido
Para Vivienne Westwood la moda era un arma y el mensaje una parte indisociable de su herencia estética. Todo tenía un propósito. La diseñadora británica detestaba la clase política y se lanzó a una cruzada de por vida para promover la libertad individual, librar al mundo de las armas nucleares y combatir la amenaza del cambio climático. “Compra menos, elige mejor y hazlo durar”, es una de las lecciones que aún sobreviven en tiempos de emergencia climática.
“No quiero ser underground”, solía protestar, defendiendo que ella quería colocarse fuera de los focos para extender su mensaje. Apoyó numerosas causas, hizo donaciones al Partido Verde y se convirtió en una visitante habitual del fundador de WikiLeaks, Julian Assange. Incluso estacionó un tanque blanco afuera de la casa del que fuera primer ministro David Cameron en una protesta contra el fracking.
Vivienne Westwood también fue condecorada por la reina Isabel II. La difunta monarca le entregó la Orden del Imperio Británico en 1992 y la diseñadora se presentó sin ropa interior. A su Majestad este gesto de rebeldía no le hizo gracia, pero por méritos propios estuvo de acuerdo en nombrarla Dama unos años más tarde. Y así es como Lady Westwood, madrina del punk, defendió hasta el último aliento, sus ideas transgresoras aplicadas dentro y fuera de la moda, pero sobre todo manteniendo una actitud coherente ante la vida al cuestionar a su manera, el orden mundial y las reglas del juego.
En Gratacós, rendimos homenaje a Vivienne Westwood con una selección de tejidos con motivos estampados y colores estridentes que nos recuerdan a su estilo ecléctico e irreverente. Ahora los puedes encontrar en nuestra tienda online o en el espacio de Barcelona a precios rebajados.











Como empresa familiar de tejidos que aúna tradición con innovación, nos entusiasman los negocios longevos que tienen ese respeto por el legado, sin perder de vista la esencia ni el olfato para rastrear novedades. Santa Eulalia es una de esas casas que ha traspasado generaciones y se ha consolidado por mérito propio como un emblema de referencia en Barcelona y en el exterior de la moda elegante. Ahora, una exposición estrenada en Palau Robert rinde homenaje a su trayectoria a través de los vestidos más representativos de los años dorados de la alta costura en un recorrido breve, pero simbólico donde la belleza de los modelos festivos son los protagonistas de esta singular muestra de aniversario.

Un breve recorrido histórico
La historia de Santa Eulalia se entrelaza con el relato de Barcelona. Se fundó originalmente en 1843 y se instaló en la calle Boqueria como tienda de artículos textiles. Con el paso de los años fue cambiando de espacio y el negocio se fue ampliando para albergar también camisería y sastrería hecha a medida. Con la caída de las murallas medievales de la ciudad y con la proyección urbanística del nuevo Enanche, donde se instaló rápidamente la burguesía catalana, el establecimiento se trasladó a principios del siglo XX en Paseo de Gracia, donde está ubicado actualmente. Hay una fecha que marca un antes y un después: 1926. Fue cuando Santa Eulalia realizó el primer desfile de alta costura, siendo pionera en Barcelona de esta nueva fórmula venida de París de presentar la moda. Una iniciativa fruto del talento de Pedro Formosa, director creativo de la casa hasta 1970. Desde entonces, salieron de sus talleres los vestidos y sombreros hechos a mano más elegantes de la ciudad y vistieron a las clases adineradas de Barcelona y más allá. De los talleres de Santa Eulalia surgía el buen arte y saber hacer en el vestir gracias al meticuloso trabajo artesanal de los sastres y las modistas que trabajaban para crear diseños exclusivos a su distinguida clientela. Hay otra fecha que merece ser recordada que denota la labor y el prestigio del establecimiento. En el año 1941, Santa Eulalia formó parte de la Cooperativa de Alta Costura y lideró la moda junto con Pedro Rodríguez, Asunción Bastida, Manuel Pertegaz y El Dique Flotante, reconocidos como los Cinco Grandes de la Costura española; honores que compartían, en paralelo, con Cristóbal Balenciaga.
El legado a través de los vestidos
Bajo el nombre de ‘Santa Eulalia, 180 años de moda’, la muestra propone un recorrido de 70 años (1930-1990) para disfrutar de una época en la que Barcelona, con Santa Eulalia como referente, fue líder en diseño de moda. A lo largo de cuatro salas distintas, organizadas por tipologías de Calle y día, Noche, Puestas de Largo y Novias, el visitante se sumergirá en el maravilloso mundo de la Alta Costura a través de vestidos y sombreros cuidadosamente seleccionados, así como de una pieza audiovisual que recoge también carteles publicitarios, fotografías de moda y comunicaciones de Santa Eulalia que evocan la época dorada de la Alta Costura.
La exposición ha sido comisariada por Josep Casamartina, reconocido historiador de arte especializado en historia de la moda, que ha vertebrado un recorrido fascinante reuniendo 40 piezas (de las 500 piezas recuperadas) no solo del archivo propio de Santa Eulalia sino también otras procedentes de la Fundació Antoni de Montpalau, el Museu del Disseny de Barcelona (DHUB), el Centre de Documentació i Museu Tèxtil de Terrassa, y el Museo del Traje de Madrid.

Todos los vestidos recrean la belleza del trabajo artesanal de Santa Eulalia caracterizado por un patronaje muy depurado y tejidos de calidad perfectamente convertidos en diseños elegantes alejados de las estridencias, que mantienen la contemporaneidad a lo largo de los años. Hay diseños que son testigos de una época de celebraciones: los bailes, los cócteles, las puestas de largo o las estrenas operísticas en el Liceo barcelonés, reunían a las mujeres de la época en sociedad y eran ocasiones especiales para estrenar un vestido de Santa Eulalia. La evolución de los modelos, según las tendencias de cada década, los detalles femeninos o los elementos de fantasía están presentes en toda la exposición.
Por otra parte, la dirección creativa y escenográfica ha corrido a cargo de Nacho Alegre, quien está al frente del proyecto Apartamento Studio. Alegre ha sido también el editor del catálogo que acompaña y recoge el contenido de la exposición en una absorbente retrospectiva que reúne fotografías de moda, material de archivo histórico y objetos inéditos de colecciones privadas. El catálogo se edita en una edición limitada de 4.500 ejemplares que podrán encontrarse tanto en Palau Robert como en Santa Eulalia y en librerías seleccionadas. La exposición de acceso gratuito, permanecerá abierta hasta el 22 de enero de 2023.

Santa Eulalia, hoy por hoy
Hoy Santa Eulalia mantiene su estatus de ser una de las tiendas de moda más influyentes del sector a nivel internacional y continúa siendo un referente del lujo en Barcelona. El establecimiento, que ofrece cada temporada las colecciones de los diseñadores internacionales más deseados por la nueva generación de consumidores, está actualmente capitaneado por Luis Sans, miembro de la cuarta generación de la familia propietaria, y su mujer Sandra Domínguez. Este matrimonio también empresarial se adapta a los nuevos tiempos para mantener la esencia artesanal y el buen saber de Santa Eulalia, sin perder de vista las últimas tendencias que triunfan en el mercado.




Miércoles 19 octubre 2022

Pablo Picasso. Las bañistas, 1918. Óleo sobre lienzo. 27 x 22 cm. Musée national Picasso-Paris, donación en 1979. ©RMN Grand Palais (Musée national Picasso-Paris) © Sylvie Chan-Liat © Succession Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2022.
Imagínate retroceder 100 años atrás. En un tiempo y en un lugar donde se mezcla la creatividad con la vanguardia. La provocación con el inconformismo. La pintura y la moda. Imagínate encontrarte a Pablo Picasso y a Gabrielle Chanel, conversando, intercambiando sinergias, experimentando con formas y materiales, y creando arte a través de sus respectivas disciplinas bajo una misma visión estética y conceptual. ¿No te resulta motivador?
Influencia mutua
Sobran las presentaciones, Picasso y Chanel fueron dos genios que se encontraron en el momento adecuado y en el sitio preciso en plena ascensión profesional y en la cima de su talento. Entonces, los dos creadores rondaban la trentena y gozaban de éxito y prestigio social: Picasso con sus pinturas y Chanel con su revolución femenina hacia una elegancia cómoda y vanguardista. Picasso y Chanel se admiraban mútuamente, frecuentaban los mismos sitios artísticos: desde clubs de moda hasta el ballet.

Vista de una sala de la exposición
En los años 20, el espíritu cubista de Picasso sacudía todas las artes y su estilo no pasó desapercibido en los diseños de Chanel: geometrías, cortes precisos, trajes de líneas rectas y ángulos estudiados que estaban presentes en los vestidos que triunfaban entre las mujeres más liberadas y modernas de la época. En general, se buscaba la simplicidad en contraposición al barroquismo de la época anterior. Por este motivo, los dos genios también tenían predilección por los mismos colores: los neutros que representaban una nueva sencillez cromática. El negro, el blanco y los beiges estaban muy presentes en sus respectivas creaciones. Otro ejemplo, en materia de tejidos y lienzos. Mientras Picasso defendía la técnica del collage para introducir texturas más bastas y austeras, Chanel defendía tejidos más sencillos y humildes como el algodón o el punto de lana. ¿Y qué decir del perfume icónico de la firma francesa? Hasta en este detalle coinciden Picasso y Chanel. El frasco de Chanel nº5 tiene forma cúbica con una etiqueta minimalista y sobria. Un recipiente que recuerda a las botellas pintadas por el pintor malagueño en las naturalezas muertas de 1912. ¿Otra simple coincidencia?

Le Train Bleu: Léon Woïzikovsky, Lydia Sokolova, Bronislava Nijinska and Anton Dolin, 1924 Photography. 25, 4 x 33,3 cm. Library of Congress, Washington D.C., Music Division
El ballet como nexo de unión
El ballet unió a Pablo Picasso y a Gabrielle Chanel. Y fue en sentido literal. Los dos genios colaboraron profesionalmente en dos ocasiones, ambas con Jean Cocteau: en ‘Antígona’ (1922) y en el ballet ruso de Serguéi Diághilev ‘Le Train Bleu’ (1924). El pintor malagueño y la diseñadora francesa ya se conocían desde la primavera de 1917, seguramente a través del propio Cocteau o de Misia Sert. Chanel entabló con ambos una larga y duradera amistad que la introduciría en el círculo de Picasso. A partir de entonces, Chanel frecuentará al matrimonio Picasso, coincidiendo con la activa participación del artista en los ballets rusos. La creadora llegó a estar muy relacionada con el mundo artístico e intelectual del París de la época, hasta el punto de afirmar: “son los artistas los que me han enseñado el rigor.”

Pablo Picasso. Sin título / Arlequín y Polichinela, 1924. Temple sobre papel, 23,7 x 29,5 cm. Colecciones Fundación MAPFRE © Succession Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2022
Una exposición completa
Para indagar más en las relaciones creativas y personales entre Pablo Picasso y Gabrielle Chanel, el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza ha abierto las puertas a una de las muestras más esperadas del año para mostrar como dialogaron estos dos grandes genios creadores del siglo XX, volviendo a reunir arte y moda en un nuevo proyecto expositivo. ‘Picasso/Chanel’ se organiza en cuatro grandes secciones que se suceden en orden cronológico y abarcan, aproximadamente, de 1910 a 1930.
El primer bloque se titula ‘El estilo Chanel y el cubismo’ y presenta la influencia de este movimiento en las creaciones de la diseñadora francesa. ‘Olga Picasso’, representa el segundo capítulo y está dedicado a los numerosos y bellos retratos que Picasso realizó de su primera mujer, la bailarina rusa Olga Khokhlova, devota clienta de Chanel; junto a ellos, algunos vestidos de este periodo inicial de la diseñadora francesa, de los que se conservan escasos ejemplos. El tercer apartado se basa en ‘Antígona’ adaptación moderna de la obra de Sófocles realizada por Cocteau. Esta obra se estrenó en París en 1922, con decorados y máscaras de Picasso y vestuario de Chanel, que vuelven a reunirse en este capítulo para mostrar su común inspiración en la Grecia clásica. Por último, ‘Le Train Bleu’ es el título del cuarto apartado y del ballet producido por Diághilev en 1924, con libreto de Cocteau, inspirado en el deporte y la moda de baño. La obra ‘Dos mujeres corriendo por la playa (La carrera)’, un pequeño gouache que Diághilev descubrió en el taller de Picasso, se convirtió en imagen para el telón de la obra, y el pintor aceptó también el encargo de ilustrar el programa de mano, mientras que Chanel entusiasta deportista, creó trajes para los bailarines inspirados en modelos deportivos diseñados para ella misma y para sus clientes.
La exposición Picasso/Chanel se podrá visitar en el Museo Thyssen hasta el próximo 15 de enero de 2023.

El diseñador de moda y director artístico de la muestra, Jean Paul Gaultier, en CaixaForum Barcelona.
Jean Paul Gaultier es el enfant terrible de la moda por méritos propios. Aunque ya no esté encabezando a nivel creativo su marca homónima, ahora capitaneada por su sucesor Olivier Rousteing, Gaultier siempre será Gaultier. Un genio autodidacta. Transgresor e irreverente, pero desde su faceta amable. Un verso libre de la moda que la revolucionó en los años 70, 80 y 90 exaltando la diferencia, celebrando la diversidad, rompiendo estereotipos y explorando la belleza de los márgenes. A Gaultier no le interesaba lo clásico ni lo convencional, pero sí que investigó como a través de la ropa podía empoderar a las mujeres de su tiempo. Sus diseños eran la armadura perfecta para una nueva generación que quería expresar a través del atuendo su fuerza, dinamismo y libertad. Uno de los iconos de Gaultier, el corsé puntiagudo que lucía Madonna en la gira mundial ‘Blonde Ambition’ en 1990 se creó gracias a la influencia que ejerció la mujer que más le ha inspirado: su abuela y su amplio armario lencero que recuerda el enfant terrible de su infancia.
Esta icónica prenda, entre otras se puede ver en directo en la nueva exposición estrenada en CaixaForum Barcelona: ‘Cine y moda. Por Jean Paul Gaultier’. Una exposición coorganizada por la Fundación La Caixa y La Cinémathèque francaise que propone un viaje ecléctico que entrelaza cine y moda con grandes creadores y artistas, desde la óptica personal del controvertido creador, como diseñador de vestuario y como cinéfilo. Para Gaultier no hay cine sin moda, y viceversa.

Backstage, desfile de Jean Paul Gaultier, colección Barbès, 1984, prêt-à-porter de mujer otoño-invierno 1984-1985. © William Klein.
Dividida en cinco ámbitos, la exposición de autor donde Gaultier plasma su mirada, revisa la presencia del mundo de la moda en el cine, las colaboraciones de grandes modistos en el vestuario de películas y la creación de los arquetipos masculinos y femeninos. El enfant terrible de la moda pone el acento en aspectos clave que están presentes en su trayectoria como diseñador como el empoderamiento femenino y presta atención a figuras heterodoxas de guerreros y guerreras, andróginos y travestis, así como a la influencia de las culturas rock, punk y queer que tanto han marcado la moda en los últimos años.
Tras su paso por Paris y Madrid, la exhibición, dedicada a la memoria de la cineasta Tonie Marshall, reúne en Barcelona un conjunto heterogéneo de más de 100 piezas de indumentaria que se muestran en cerca de 70 looks, fragmentos de más de 90 películas y 125 representaciones gráficas (carteles, bocetos, fotogramas y fotografías), entre originales y reproducciones, procedentes en su mayoría de la prestigiosa colección de La Cinémathèque Française y que se complementan con obras de más de veinte prestadores nacionales e internacionales.

Díptico Marlene Dietrich. Masque & Narcisse, 2021. © Bastien Pourtout i Edouard Taufenbach, colección Pierre Passebon, 2021.
Entre los cerca de 70 looks icónicos del cine se encuentran vestidos que llevaron Grace Jones en ‘Panorama para matar’ (1985), Catherine Deneuve en ‘8 mujeres’ (2002), Grace Kelly en ‘La ventana indiscreta’ (1954); Sharon Stone en ‘Instinto básico’ (1992); Marilyn Monroe en ‘Eva al desnudo’ (1950); Seven Sinners de ‘Tay Garnett’ (1940); Brad Davies en ‘Querelle’ (1982) o como decíamos al principio, el célebre corsé rosa que enalteció a Madonna en su gira mundial.
También, los trajes de ‘Superman’ (que vistió Christopher Reeve); ‘La máscara del Zorro’ (1998), con Antonio Banderas; el short que llevó Sylvester Stallone en ‘Rocky’, o el vestuario de Victoria Abril en ‘Kika’ (1993) que, junto con el de otras películas como ‘La mala educación’ (2004) o ‘El quinto elemento’ (1997), fue diseñado por Gaultier. En esta línea, también se exponen diseños de alta costura de Coco Chanel, Pierre Cardin, Hubert de Givenchy, Manuel Pertegaz, Balenciaga y Sybilla, entre otros.

Fotografía entre bastidores de la película ¿Quién eres tú, Polly Maggoo? 1966 © William Klein/ Films Paris New York.
Dos películas que marcan los inicios de Gaultier
Entre todo el desfile de looks, proyecciones y prendas clave, hay dos películas que ocupan un lugar de honor en la exposición y tienen que ver con los orígenes del diseñador. La primera cambiaría el rumbo de su vida. Gaultier tenía entonces 13 años cuando vió por primera vez de ‘Falbalas’ de Jacques Becker (1945). Un melodrama protagonizado por un costurero y ambientado en el ajetreo de una casa de costura durante la posguerra. Este filme es el “culpable” de que quisiera dedicarse al mundo de la moda. De ahí empezó a diseñar figurines que luego transformaría en diseños. La otra película que ha marcado al creador francés ha sido ‘¿Quién eres tú, Polly Maggoo?’ (1996) de William Klein, quien en el filme analiza su época con una mirada aguda y pone al desnudo los entonces incipientes reality shows. Se trata de una sátira de los delirios egocéntricos del mundo de la alta costura, donde en aquella época dominaba la era espacial en la que cayeron todos, desde el modisto misántropo hasta la redactora jefa más versátil.

Pedro Almodóvar, Victoria Abril y Jean Paul Gaultier en el plató de Kika, 1994 © Nacho Pinedo.
Moda y arte, actividades en paralelo
La exposición ‘Cine y moda. Por Jean Paul Gaultier’ estará abierta al público hasta el 23 de octubre. En esta ocasión, para indagar en las estrechas relaciones entre la moda y el arte, CaixaForum Barcelona ha organizado en septiembre, un ciclo de conferencias que plantea diálogos sobre de qué manera se influyen el arte y la moda: ¿es el arte la fuente de inspiración para la moda o son los códigos de la moda, las vías que escoge el artista para desarrollar su poética? El filósofo y sociólogo francés Gilles Lipovetsky, el arquitecto Manuel Blanco, los periodistas Isabel Margalejo y Carlos Primo, la divulgadora Charo Mora (responsable del ciclo) o la modelo Sita Abellán, son algunos de los nombres que ilustraran los vínculos entre la moda y el arte, la arquitectura, la literatura y la música.




Detalles de la exposición ‘Cine y moda. Por Jean Paul Gaultier’