Fotos looks: 1. Rodarte, 2. Gonçalo Peixoto, 3. Mariano Moreno, 4. ON RUSH, 5. Joplin Atelier, 6. Acuamona. Cortesía de las marcas
Granate, escarlata, borgoña, guinda, vino, cereza… Existen muchas formas de referirse a la gama de rojos oscuros con un toque azulado o violáceo. Este abanico de posibilidades abarca un color cautivador, sinónimo de lujo, poder y estatus, que seduce por su calidez y ha fascinado tanto a diseñadores como a artistas a lo largo de los siglos. Este otoño 2024, vuelve a ser protagonista en las pasarelas, reafirmando su lugar como un color elegante, versátil y lleno de personalidad. Algunos lo llaman “el nuevo neutro”, pero ¿por qué este tono oscuro de rojo tiene un atractivo tan atemporal, casi hechizante? Exploraremos su historia, psicología y el porqué de su regreso triunfal en las colecciones de esta temporada.
Origen del color. Sobre vino, vestimenta y teatralidad
El color granate o burgundy debe su nombre a los célebres vinos tintos de la región de Borgoña, en Francia, conocidos por su refinamiento. Esta conexión lo convierte en un color asociado a la riqueza, el lujo y la sofisticación. En 2015, Pantone elevó esta asociación -entre moda y vino- al coronar el Marsala como la tonalidad que iba a guiar el diseño industrial, la moda, la belleza, el mobiliario y la decoración de interiores. Para ese año, la autoridad internacional del color imaginó un mundo teñido de “una tonalidad cálida, además de elegante, universalmente atractiva y que se transpone fácilmente en las artes multidisciplinares”. Pantone consideraba que el Marsala era igualmente atractivo para hombres y mujeres, capaz de conmover y despertar el sentido del gusto, además de incitar a la creatividad y a la experimentación con el color.
Si navegamos en la historia, el uso del granate o burgundy en textiles y vestimentas se remonta mucho más allá de su denominación contemporánea. Desde la antigüedad, los tintes rojos oscuros eran apreciados por su rareza y el estatus que otorgaban a quienes podían permitirse lucirlos. Durante la Edad Media y el Renacimiento, los tintes de color burdeos eran extremadamente costosos debido a los ingredientes raros necesarios para producirlos, como el caracol púrpura de Tiro o la raíz de rubia. En consecuencia, este color estaba reservado para la aristocracia y la realeza, que usaban prendas de tonos rojizos oscuros para simbolizar poder y autoridad. En la corte de Enrique VIII, por ejemplo, el burgundy era una tonalidad muy empleada por la alta nobleza, como María Tudor, quien lucía un icónico vestido de terciopelo borgoña en su boda con Luis XII de Francia en 1514. Otra referencia histórica se encuentra en los vestidos de terciopelo y satén burdeos que llevaban las mujeres de la realeza europea en el siglo XVIII, como María Antonieta, cuyo gusto por los colores ricos y profundos marcó tendencia en la moda cortesana.
En tiempos modernos, el borgoña sigue vinculado a la teatralidad y el dramatismo. Pensemos en la tonalidad del telón y los cortinajes de un teatro. En el cine, esta vibrante tonalidad ha sido inmortalizada en películas como Lo que el viento se llevó, donde Scarlett O’Hara luce un majestuoso vestido en este tono, diseñado para transmitir tanto poder como sensualidad. Este color también ha sido un elemento clave en películas contemporáneas como Moulin Rouge, donde se emplea para realzar el drama y la pasión de los personajes.
¿Por qué vuelve a estar de moda este otoño 2024? De la pasarela a la calle
El burgundy combina la pasión del rojo con la profundidad del marrón, evocando lujo, ambición y poder. Es una tonalidad versátil que favorece a distintos tonos de piel: en pieles claras, resalta su luminosidad; en pieles oscuras, aporta sofisticación sin ser estridente. Su intensidad varía según el material en el que se emplee, adquiriendo una textura visual que puede ser moderna y minimalista en tejidos como el satén, o lujosa y opulenta en terciopelo.
El granate es el protagonista de las colecciones otoño-invierno, tanto en looks monocolor como en combinaciones atrevidas. Desde gabardinas sesenteras combinadas con mocasines de plataforma y bolsos estructurados, como propone Sabato De Sarno para Gucci, hasta trajes sastre en las colecciones de Roksanda y Ferragamo. En una versión más desenfadada, Lacoste apuesta por monoleggings combinados con abrigos oversize, creando una mezcla entre comodidad y estilo.
Este tono también ilumina las noches de otoño, donde microvestidos de cuero ajustados destacan en las colecciones de Thierry Mugler y Ermanno Scervino. Otras propuestas incluyen tops de lazada y pantalones plisados en la colección de Philosophy di Lorenzo Serafini, aportando una segunda piel en granate que redefine el lujo discreto. Además, el granate se combina con tonos neutros, como el beige o el azul noche, en propuestas de Victoria Beckham y Khaite, o con colores más atrevidos como fucsia, en una apuesta audaz que defendió Pierre Cardin.
Y en tejidos… ¿Qué te recomendamos?
En Gratacós, caemos rendidos ante el borgoña, un clásico que nunca pasa de moda. Este tono se potencia en tejidos lujosos que permiten jugar con la textura y el movimiento. Para sacarle el máximo partido, te recomendamos estos materiales:
- Sedas y satenes: Ideales para prendas elegantes y con caída fluida que realza la sensualidad del granate.
- Paños de lana: Perfectos para abrigos y prendas exteriores, transmitiendo calidez y sofisticación en looks de invierno.
- Terciopelo: Aporta profundidad y un aire lujoso que convierte cualquier prenda en una pieza especial.
- Encajes y tules: Para looks románticos y femeninos, ideales en eventos de noche o prendas más delicadas.
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