Museu de Badalona

Martes 06 julio 2021

El legado del modista Pedro Rovira al descubierto

¿Quién fue Pedro Rovira? ¿Por qué su obra ha quedado oculta durante décadas si fue una de las grandes agujas españolas? Coincidiendo con el centenario del nacimiento del modista Pere Rovira i Planas (1921-1978), el Museo de Badalona rinde homenaje a uno de sus hijos ilustres con una amplia retrospectiva que recupera la figura y el espíritu contemporáneo del legado del modisto badalonés.

En una monografía ilustrada presentada recientemente en paralelo a la exposición, Lorenzo Caprile asegura en su prólogo que Pedro Rovira “estuvo en medio de todo, pero se quedó a medio camino”, haciendo referencia a su muerte prematura que le impidió convertirse en leyenda. El diseñador badalonés consiguió desarrollar una identidad propia a lo largo de su carrera y fue capaz de abrazar dos corrientes antagónicas: empezó trabajando la Alta Costura más clásica a través de colecciones exclusivas y, luego, dio un giro hacia la moda democrática con producciones en serie más versátiles y plurales que acercaban el diseño a las nuevas generaciones de consumidoras, más allá de las élites burguesas. A nivel histórico, su legado también coincide en una época de transición: del fin de la dictadura al inicio de una nueva democracia con nuevas costumbres, necesidades y maneras de concebir la moda.

Del horno a la aguja 

La familia de Pedro Rovira era propietaria de una panadería en Badalona, pero él tuvo desde la infancia, una gran pasión por la costura elaborando vestidos para las muñecas de sus amigas o pintando figurines. Una afición que no le gustaba a su padre. Empezó estudiando medicina, pero abandonó rápidamente la carrera por otro trabajo vinculado con la aguja: el badalonés Celso Roldós, oficial sastre de la prestigiosa casa Santa Eulalia de Barcelona, le enseñó el oficio. Muy pronto Rovira cumpliría su deseo de viajar a París en busca de nuevas oportunidades. Su ambición era elevada y quería perfeccionar la técnica. A la capital francesa se hizo amigo de Cristóbal Balenciaga, quien le influenciaría enormemente en sus inicios. De París se empapó durante dos años de las tendencias a través de los desfiles de moda de los principales modistas de la época. Cuando volvió en 1948, fundó su propio taller de alta costura en Barcelona, en el barrio de Gracia, aunque continuó viviendo en Badalona.

Auge e internacionalización

La fama de Pedro Rovira se extendió como la pólvora en los años 50. El savoir faire del diseñador, gracias a su bagaje parisino, junto con su magnetismo personal le propició rápidamente el reconocimiento de la burguesía catalana con el apoyo de varias damas de la alta sociedad que eren asiduas a sus diseños refinados. Más tarde, cuando cerró el atelier Balenciaga en 1968, algunas de las clientas del modista vasco como la marquesa de Torroella de Mongrí, María del Carmen Ferrer-Cajigal y su hija Carmen de Robert también llamarían la puerta de Rovira. De hecho, Pedro Rovira era hábil vistiendo a varias generaciones de mujeres de una misma familia con diseños versátiles y flexibles que se adaptaban a cada ocasión. Para Rovira, la moda era una servitud.

A finales de los años cincuenta, la fama de Pedro Rovira se extendió por Europa con desfiles en Frankfurt, Estocolmo, Milán y Venecia, y en 1964 sus diseños llegaron a Nueva York, seduciendo el público norteamericano. En esos viajes le acompañaban las modelos más ilustres del momento que ejercían de embajadoras de su estilo: María del Carmen Aznar, Carmen Paré e Isabel Martín eran las más habituales. Más tarde con el boom de las colecciones de prêt-à-porter, trabajaría con la modelo y empresaria Francina Díaz, la actriz Teresa Gimpera y algunas esporádicas como Nati Abascal, fotografiada por Antoni Bernad. El éxito internacional continuó en los sesenta y los setenta con la crítica en el bolsillo y los diseños de Rovira aparecían en las páginas de las prestigiosas revistas como Vogue, Harper’s Bazaar, Elle, Marie Claire. Después de haber sido aclamado en el ámbito internacional y de tener el reconocimiento de la crítica especializada, en 1964, finalmente, Rovira fue admitido en la Cooperativa de Alta Costura, que agrupaba a los modistos más elitistas del país como Pedro Rodríguez, Asunción Bastida, Manuel Pertegaz, Santa Eulalia y el Dique Flotante, considerados como los Cinco Grandes de la Moda Española. Junto con Rovira, el mismo año, también entró en la cooperativa Carmen Mir.

El año 1968 fue histórico para Pedro Rovira. En plena expansión de la marca, el diseñador decidió lanzar las primeras colecciones de moda democrática con distintas líneas para todas las edades, ocasiones y momentos. Eso fue un hecho remarcable en la historia de la moda española porque a pesar de algunos intentos por parte de otros diseñadores, nunca antes se habían lanzado propuestas serializadas con prendas de diseño a precios más asequibles. Los diseños prêt-à-porter de Pedro Rovira eran atrevidos pero muy llevables. Combinaban fantasía llevada al terreno de la calle a través de tejidos geométricos, estampados gráficos y colores vibrantes para una mujer cosmopolita y contemporánea que abrazaba la sociedad del cambio en España.

Un final inesperado

En los primeros años setenta la marca tuvo dos boutiques en Madrid y puntos de venta por toda la Península. Justo cuando la firma vivía su mayor esplendor hubo un revés que la condenó a una caída brusca y a su posterior olvido: la muerte precipitada del diseñador de un ataque en el corazón en 1978. Tenía solo 57 años. La firma que llevaba su nombre todavía funcionó durante un tiempo, puesto que había alcanzado mucha difusión y presencia en el mercado, pero sin el reclamo y la gran potencia creativa de Rovira, la marca tuvo que cerrar en 1980.

Un extenso legado 

Después de un primer homenaje en el Museo del Traje de Madrid a cargo de la Fundació Antoni de Montpalau, el Museo de Barcelona ha desplegado toda la obra de Pedro Rovira en una gran exposición retrospectiva dedicada al modisto para conmemorar el centenario de su nacimiento. Esta muestra, abierta del 4 de junio hasta el 18 de octubre de 2021, representa una revisión amplia y completa de la obra del modisto badalonés: ocupa dos plantas del museo y está ordenada cronológicamente siguiendo la producción de Rovira desde los primeros años cincuenta hasta las últimas colecciones de 1978. Unos ochenta de vestidos y más de cien dibujos proceden de la Col·lecció Antonio de Montpalau, colaboradora de la iniciativa, y se exponen también piezas procedentes del fondo del Museu de Badalona y de los herederos de Rovira. Completa el homenaje un documental que rescata la memoria de su legado y una monografía ampliamente ilustrada. Un extenso homenaje para sacar del olvido la gran figura de Pedro Rovira y colocarla donde se merece en la historia de la moda española.