Paco Rabanne fue uno de los grandes visionarios de la moda del siglo XX. Innovador, experimental, excéntrico y desafiante, para el diseñador español no existían límites en la aguja. Lo convencional, simplemente no iba con él. Rabanne hizo una gran carrera como modista y creador de perfumes icónicos, que son hoy en día un éxito en ventas. De todo su legado irrepetible, hay algo que lo hace realmente único y queremos destacar: su visión futurista de la moda y la habilidad para utilizar materiales innovadores en sus creaciones. Este discípulo de Balenciaga fue capaz de transformar el metal, el plástico y la malla en tejido, creando diseños rompedores que dialogaban con el arte, la cultura pop y la arquitectura. Repasamos algunos de sus grandes hitos.
La arquitectura marca un inicio
Paco Rabanne nació en 1934 en el País Vasco. Hijo de un general republicano y una modista que trabajó como costurera para Cristóbal Balenciaga, de pequeño ya creció entre telas, pero tuvo una infancia complicada. Fusilaron a su padre durante la Guerra Civil y se marchó a Francia siendo un niño. Estudió Arquitectura en París y allí comenzaría a trabajar, primero como diseñador de accesorios para Dior, Saint-Laurent y Pierre Cardin, y luego en la costura. “La moda es arquitectura: es una cuestión de proporciones”, solía decir para justificar la influencia de estas dos disciplinas que dialogarían para siempre en sus diseños. A Rabanne le gustaba recordar que su primera vocación había sido la arquitectura.
En los años 60, Paco Rabanne empezó a experimentar y a utilizar materiales no convencionales en la creación de su indumentaria de carácter futurista. Este período de investigación coincidió con un momento de transición en la moda: la alta costura cedía espacio al avance del prêt-à-porter, con un rejuvenecimiento de la industria y una liberación del lenguaje expresivo. En esa época de cambio destaca en la Bienal de París sus primeros vestidos, hechos de plástico y plumas. No obstante, no fue hasta el año 1965 cuando presentó su colección debut. La llamó Manifiesto y consistía en “12 vestidos imposibles de vestir en materiales contemporáneos”: faldas plásticas, vestidos metálicos con mallas como las que utilizaban los carniceros y chaquetas con texturas sorprendentes. Un año después fundó junto a otros artistas contemporáneos el Groupe Verseau y en 1967 inauguró en París su propia firma. En 1968 se asoció con Puig y lanzaron su primera fragancia un año después, Calandre. Ese fue el inicio de una fructífera alianza que dio lugar a una línea de perfumes que sigue siendo una de las más populares a día de hoy.
Un maestro en el arte de crear nuevos tejidos
Paco Rabanne revolucionó el mundo de los tejidos al querer buscar una alternativa a lo convencional. Su objetivo era crear textiles que fueran resistentes, duraderos y a la vez, sorprendentes en su estética. Su colaboración con fabricantes de materiales le permitió explorar nuevos tejidos que no habían sido utilizados en la moda antes, como el acero inoxidable y la fibra de vidrio. De esta manera, creó telas que se adaptaban perfectamente a los diseños experimentales que proponía.
Su trabajo se caracterizó por el uso de los metales y de otros materiales industriales en las prendas, hasta el punto de que Coco Chanel le denominaba el “metalúrgico de la moda”. Precisamente, uno de los tejidos más icónicos creados por Paco Rabanne fue el “12 Unidades”. Este tejido estaba hecho de pequeños discos de metal unidos entre sí con pequeñas argollas. Una de las creaciones más icónicas del modisto fue el vestido plateado usado por la actriz Audrey Hepburn en la película ‘Dos en la carretera’ (1967). Esta prenda, que estaba hecha de pequeños anillos de metal, se convirtió en un icono de la moda y fue considerada una de las prendas más relevantes de la década. El vestido no solo mostró la visión futurista de Rabanne, sino también su habilidad para crear tejidos únicos como nunca antes se habían visto.
En la década de los 70, en plena cúspide profesional, Paco Rabanne creó con el fabricante de materiales DuPont, el tejido “Ultravioleta”. Un material hecho de hilo de poliéster que reflejaba la luz de una manera sorprendente y que fue utilizado en varias colecciones de moda. El diseñador también siguió trabajando en paralelo con materiales no convencionales, como el plástico, el papel y la fibra de vidrio.
Todo diseñador tiene sus propias musas y Rabanne no fue la excepción. Sus creaciones futuristas vistieron a la actriz Françoise Hardy, quien prestó la imagen para encarnar las fantasías del diseñador. El “vestido a la Hardy” era una pieza de corte recto con mangas largas que tenía mil placas de oro, con diez diamantes y pesaba nueve kilos. Su talento también traspasó las pasarelas seduciendo el séptimo arte. Rabanne fue el encargado del vestuario de algunas de las películas más emblemáticas de la historia como ‘Barbarella’ (1968), protagonizada por Jane Fonda, donde el diseñador imaginó las prendas que inmortalizaría la heroína futurista. Audrey Hepburn, Norma Duval, Cristina Piaget y Carla Bruni también prestaron su imagen para el diseñador de raíces españolas.
Paco Rabanne supo llevar su creatividad (y excentricidad) en todos los ámbitos de la moda diversificando su producto, sin dejar de lado la innovación. Ese era el auténtico motor de su imprenta personal. Rabanne siguió presentando colecciones de alta costura hasta 1999 ya dentro del conglomerado Puig, que compró la marca, para luego supervisar las colecciones de prêt-à-porter y ocuparse de la serie de perfumes que eran superventas mundiales. El diseñador falleció a los 88 años el pasado mes de febrero, pero la marca Paco Rabanne continúa el legado visionario de su creador, basado especialmente en su vocación transformadora y experimental para encontrar siempre la manera de sorprender a quien lleva su ropa porque al fin y al cabo como decía el propio Rabanne: “La moda es una forma de arte, es una expresión de uno mismo”.