El sector nupcial se encuentra en pleno proceso de transformación para adecuarse a las idas y venidas que imponen las restricciones de la pandemia y las fases cíclicas de las constantes desescaladas. La crisis del coronavirus les ha estallado de forma directa y fulminante afectando a todos sus agentes: desde la restauración, a los centros de belleza hasta el sector textil. Y desde hace un año, el mundo de las ceremonias pisa a fondo el acelerador para adecuarse a estos cambios precipitados.
Los datos hablan por sí solos: en 2020 se pospusieron alrededor de 125.000 eventos, según los datos de la Asociación de Profesionales de bodas de España (APBE). Cada una de estas cancelaciones ha supuesto pérdidas de unos 25.000 euros y un total de 2 millones de puestos de trabajo que no se han podido generar. A día de hoy, se hace muy difícil de predecir cuándo volverá la normalidad en el sector nupcial: la pandemia y su consecuente crisis económica vuelven a generar incertidumbre en 2021 y es muy posible que trastoque el calendario de los próximos dos años.
Dentro del sector textil, que es lo que nos atañe, la ausencia de nuevas novias y la disminución del número de invitados en las bodas, que actualmente son más íntimas, ha reducido la compra de vestidos de novia y también de materias primas, es decir, tejidos. Unos descensos que también han perjudicado, por extensión, a los trajes de fiesta e invitados.
Por todo ello, este proceso de cambio y adaptación a la situación actual, ¿modificará la estética tradicional de los vestidos, la forma de comprarlos o la cantidad de dinero que invierten las novias?
No es fácil saber hacia donde se dirigirá el sector, pero desde Gratacós mantenemos nuestra oferta de tejidos nupciales a disposición de todas las novias que apuestan por casarse en estos tiempos difíciles. Como fabricantes de tejidos y analizando las grandes firmas y diseñadores especializados, pronosticamos algunas tendencias en vestidos para las novias de 2021 y 2022.
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La estética tradicional nupcial pierde fuerza
La estética tradicional nupcial se mantiene, pero pierde fuelle. Esta tendencia se debe a dos factores: las novias, tanto las millennials como las primeras de la generación Z, prefieren romper con lo clásico, atreviéndose con nuevas siluetas que van más allá del vestido de una sola pieza como el traje de chaqueta, ya sea con pantalón o con falda de tubo. Una oportunidad de desdibujar las concepciones clásicas sobre cómo debe ir vestida una novia. Por otra parte, las celebraciones más íntimas, privadas e informales influyen en el vestuario con atuendos más relajados que rehúyen de lo rígido y lo encorsetado.
En cuanto a estilos, convergen dos tendencias antagónicas: el retorno del minimalismo con su elegante sencillez frente al romanticismo recargado. La primera apuesta por los vestidos lisos de líneas limpias, estructuradas y reutilizables. Si la economía en 2021 y 2022 será más austera, es coherente que esta contención se vea reflejada en los vestidos de novia. Esta corriente minimalista también apuesta por la sencillez y la comodidad a través de piezas que facilitan el movimiento y se pueden adaptar en múltiples contextos. En el otro extremo, se niegan a desaparecer los vestidos de inspiración romántica con sus volúmenes, superposiciones, encajes y volantes. Un tipo de atuendo para las novias soñadoras que quieren disfrutar de su boda con un vestido a medida que sea memorable. Estos vestidos son ricos en tejidos con especial atención a los que aportan una mayor opulencia: tules, bordados, efectos ornamentales, aplicaciones florales…
Si que es verdad que, a medio camino del minimalismo y la opulencia, existen un sinfín de propuestas que equilibran la balanza con vestidos que fusionan las dos corrientes y se desviven por el detalle que se percibe en los fruncidos, en los drapeados, los detalles en los hombros o las aberturas inesperadas. También ganan peso, los vestidos con volumen y las faldas amplias a través de patrones que se ensanchan en el bajo para darle más protagonismo
En paralelo, en los últimos años han surgido colecciones prêt-à-porter que complementan el vestido con piezas mucho más informales y versátiles. Estas pueden ser creadas a medida o bien, producidas en serie. También existe una tendencia al alza de los complementos vintage que dan un nuevo retro al look nupcial. Para las bodas de otoño e invierno, las prendas de abrigo han encontrado un nuevo filón dentro de la inestabilidad: capas, chaquetas de punto, abrigos del mismo tejido que el vestido…, así como varios complementos y accesorios que adornan la novia.
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Foco en el detalle
El detalle es lo que importa. Sea como sea el estilo nupcial elegido, hay algunas tendencias que se afianzan en los últimos años. Una de ellas tiene que ver con las mangas que están acaparando todo el protagonismo de los vestidos de novia. Se llevan las mangas largas, las mangas puffy, muy fruncidas en codos o puños, las mangas abullonadas y las mangas con hombros muy pronunciados como los blazers inspirados en la década de los 80.
En cuanto a cuellos y escotes, conviven los cortes pronunciados con los cerrados y ganan peso las superposiciones. A su vez, el reinado de las flores se ve amenazado por un nuevo detalle que gana presencia en cada vez más diseños nupciales: las plumas. Un recurso que añade elegancia, delicadeza y movimiento al vestido de novia. Por último, anotamos una curiosidad que percibimos dentro del estilo barroco: el velo vuelve a estar de moda y todo apunta que la tendencia se mantendrá e irá en aumento en los próximos años.
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Tendencias en tejidos
Como fabricantes de tejidos, en Gratacós disponemos de una colección específica, que se renueva cada año, para que las novias puedan encargar el diseño de su propio vestido. En cuanto a tendencias de consumo, sí que observamos ciertos cambios. La organza es uno de nuestros tejidos estrella si tenemos en cuenta que los vestidos de novia más demandados son los que tienen volúmenes, capas y transparencias. Esa organza se trabaja con bordados, encajes de red y hasta flores 3D. También ganan peso los crepes con toques rústicos, los tejidos de efecto arrugado y los brocados. De hecho, hay una demanda creciente hacia la artesanía y un retorno a los detalles como la pasamanería y los bordados. Al otro extremo, los tejidos de satén son ideales para los vestidos lisos, tipo lenceros. También abundan las combinaciones sorprendentes como la rafia de algodón y el mikado de seda que pueden convivir en un mismo vestido.
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